Ideas como esta son una creencia antivacunas muy común, la intención es aparentemente sugerir que las vacunas no son necesarias. Mejores condiciones socio- económicas indudablemente han tenido un impacto indirecto en las enfermedades. Mejor nutrición, también el desarrollo de los antibióticos y otros tratamientos, han incrementado los niveles de supervivencia entre las personas enfermas; condiciones de vida menos concurridas han reducido la transmisión de enfermedades; menores índices de nacimientos han disminuido el número de contactos susceptibles en el hogar. Sin embargo, observando la incidencia actual de enfermedades a través de los años no cabe duda de el significativo impacto directo que las vacunas han tenido, incluso en tiempos modernos.
Por ejemplo, desde que el saneamiento no es mejor actualmente de lo que era en 1990, es difícil atribuir la desaparición virtual de las enfermedades como la Haemophilus influenzae Tipo b (Hib) en años recientes en países con una rutina de vacunación Hib en niños ( de un promedio de 20 000 casos por año a 1419 casos en 1993, y disminuyendo en los Estados Unidos de América) debido solamente a la vacuna.
Este es otro argumento frecuentemente usado en la literatura antivacunas, sugiriendo que esto prueba que las vacunas no son efectivas. De hecho es cierto que en un brote las personas que han sido vacunadas por lo general superan a los no vacunados’ incluso con vacunas como sarampión, la cual reconocemos ser 98% efectiva cunado se usa de la manera recomendada.
Esta paradoja aparente se explica por dos factores. Primeramente, ninguna vacuna es 100% efectiva. Para hacer las vacunas mas seguras que la enfermedad, la bacteria o el virus se mata o se debilita (atenúa). Por razones que tiene que ver con cada individuo, no todas las personas vacunadas desarrollan inmunidad. La mayoría de las vacunas comúnmente dadas en la infancia son efectivas entre el 85% y el 95% de los recipientes. En segundo lugar, en los países con ingresos económicos mayores, la gente vacunada supera vastamente los no vacunados.
Como estos dos factores funcionan de manera conjunta para resultar en brotes en los cuales la mayoría de los casos han sido personas vacunadas puede ser comprendido más fácilmente al considerar un ejemplo hipotético:
Considere una escuela secundaria de 1.000 estudiantes donde ninguno de ellos ha tenido sarampión. Todos menos 5 de los estudiantes han recibido 2 dosis de la vacuna del sarampión, y por lo tanto están completamente inmunizados. El grupo entero de estudiantes esta expuesto a el sarampión, y cada estudiante susceptible contrae la enfermedad. Los 5 estudiantes sin vacuna son infectados, por supuesto. Pero de los 995 que han sido vacunados, esperamos que varios no respondan a la vacuna. El nivel de eficacia a las 2 dosis de la vacuna del sarampión puede ser tan alta como >99%. En esta clase, 7 estudiantes no responden, y ellos también se infectan. Por lo tanto 7 de 12, o 58%, de los casos ocurren en estudiantes que han sido completamente vacunados.
Como usted puede ver, esto no prueba que la vacuna no funciona- solamente que la mayoría de los niños en la clase han sido vacunados, entonces los que fueron vacunados y no respondieron superan aquellos que no han sido vacunados. Visto de otra manera, 100% de los niños que no fueron vacunados contrajeron sarampión, comparado con menos de 1% de los que fueron vacunados. La vacuna del sarampión protegió a la mayoría de la clase; si nadie en la clase hubiera sido vacunado, entonces probablemente hubiera habido 1,000 casos de sarampión.
Observar al riesgo solamente no es suficiente; se debe siempre mirar a los dos tanto riesgos como beneficios. Incluso un solo efecto adverso en un millón de dosis de vacunas no puede ser justificado si no hay beneficios derivados de la vacunación. Sin embargo, si no hay vacunas, habría muchos más casos de enfermedad, y junto con ello, efectos secundarios mas serios y por ende mas muertes. Por ejemplo, de acuerdo con el análisis de beneficios y riesgos de inmunización DTP, si no hubiera programas de inmunización en los Estados Unidos, los casos de tosferina podrían aumentar 71- times and muertes causadas por tosferina podrían incrementar 4 – veces. Comparando los riesgos de la enfermedad con los riesgos derivados de las vacunas nos puede dar una idea de los beneficios que se obtienen de vacunar a nuestros hijos.
Los hechos muestran que un niño tiene más riesgo de ser seriamente enfermo por una de estas enfermedades que de las vacunas. Mientras cualquier consecuencia grave o muerte causada por las vacunas es demasiado, está claro que los beneficios de la vacunación sobrepasan ampliamente los leves riesgos, y que muchas, muchas más enfermedades y muertes podrían ocurrir sin las vacunaciones. De hecho, el poseer una intervención medica tan efectiva como la vacunación para prevenir enfermedades y no utilizarla sería inconcebible.